Dos noches secuestradas,
por el plácido disco de tus pupilas,
y un amanecer se ha estancado
En tu frente, en tus mejillas
Unos labios dibujados
Por una mano que no existe
Donde arden los suspiros
Y se detiene un verso triste
Quien fuera el ciego hechicero
El hábil artesano de tu sonrisa
El viajero de tus caminos
El motivo de tus prisas
Quien adorar pudiera
A ese aire que te contiene
A esa luz que te persigue
A ese ángel que te sostiene
Qué sendero verdeazulado
Qué estela del mar ha sido
La que a tus pies se ha abierto
Y ha marcado tu camino
Y el tiempo, al fin se te entrega
Se abre para ti en sacrificio
Y designa en tu limpia frente
La estrella dorada de los siglos
Alzas los brazos al cielo
Y muerdes los corazones
Como una diosa perfecta
Como la dueña de mis pasiones.
Stglno
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